La realidad de los detalles
El primer gesto del telepero por la mañana al despertar es encender el ordenador. Es un gesto reflejo, casi instintivo, que devuelve al telepero a la realidad virtual, la única durante estos días.
Se ha acostado tarde, ha dormido mal y comido peor, y con las costras del sueño todavía en los ojos se sienta ante el ordenador, que es el cordón umbilical que lo mantiene verdaderamente sano y salvo.
Cuando llego por la mañana de mi villa en Invernalia me encuentro el pasillo sembrado de durmientes que dificultan el paso a mi puesto de vigilancia en el Muro. De modo que, emulando a un campeón del League of Legends, atravieso la jungla del pasillo dando graciosos saltitos, con cuidado de no pisar a nadie, como si fuera la pequeña Lulu.
Mientras preparo un nuevo mensaje para enviar con el cuervo, asisto a la mágica ceremonia del despertar del telepero y compruebo esta teoría científica de reconección a la realidad virtual.
Ya luego toca comer, asearse, cambiarse de ropa y esas otras actividades mundanas que tanto incomodan estos días, pero las obligaciones en el Muro son lo primero.
La Guardia de la Noche debe velar por que todo siga funcionando como es y no haya ninguna intrusión desde las tierras salvajes del mundo real, aunque todavía no llegue el invierno.
Cada telepero es un mundo que se identifica por cómo tiene organizado su puesto de vigilancia. Hay quien se ha traído hasta la Nespresso para mantenerse despierto el mayor tiempo posible. Junto a otras bebidas espirituosas como el Red Bull o el Monster, el café es una de las bebidas que más se consumen.
Cada cual tunea su puesto a su manera y hay quien deja que se tunee solo con restos de bolsas de papas fritas, paquetes de galletas, cajas de pizzas y otras apremiantes viandas.
Mi puesto en el Muro empezó siendo un sitio limpio, ordenado y recoleto, pero ya se ha ido camuflando por una extraña inercia impropia en mí y porque mis conmilitones de pasillo ya empezaban a mirarme mal.
Los detalles son importantes en el Muro y me gusta pasear por los distintos puestos de vigilancia para observar qué es lo que define a cada uno de los guardianes: banderas de clanes, globos o pequeñas mascotas sobre la torre del ordenata que representan a personajes variopintos del mundo digital.
Cualquier seña de identidad es posible porque el Muro saca de tu interior a quien realmente eres.