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La lengua de las ratas


Un sesudo trabajo científico ha puesto en evidencia que los humanos y los primates no son los únicos seres con habilidades para el lenguaje. Ahora se ha sumado también la rata a la agrupación filológica del Reino Animal.


Esta reciente investigación ha desvelado que, entre otros idiomas, el cerebro de las ratas está capacitado para entender el holandés y el japonés. Yo, que también he realizado mi propio trabajo de campo, añado que el español.


Quien escribe andaba ya con la mosca tras la oreja porque desde hace algún tiempo trato de deshacerme de uno de estos políglotas roedores que ha acampado en el jardín de mi casa como un octogenario en la Real Academia de la Lengua.


Yo achaco esta pertinaz resistencia de la rata a que no sólo entiende toda la suerte de lindezas que le dedico cuando la veo, sino que también me lee el pensamiento (cosa que está por descubrir en una futura investigación) y se adelanta a la jugada de mis métodos de extinción.


La rata es el pícaro del reino animal, ese muerto de hambre que tiene el hocico estirado de tanto buscar algo de queso que echarse a las bigotudas fauces.


Como tal pícaro, la rata se troncha de risa cada vez que me ve recargando la trampa con otro pedazo de queso y, entonces, espera a que me marche y extrae el cebo con pericia y se tumba al sol a disfrutar de su trofeo, panza arriba.


Sin embargo, lo de la rata parlanchina no debería conmovernos (ni asustarnos un ápice), pues está claro que la rata entiende el lenguaje desde que la primera puso el pie en la tierra procedente de no se sabe qué ilustre alcantarilla intergaláctica.


Está tan claro que la rata entiende el lenguaje, como que la rata habla. Si no, para qué la rata iba a entender idiomas.


Lo que no está tan clara es la capacidad de estos señores del I+D (que se han venido a dar cuenta del dato en pleno siglo XXI) para entender a la rata, y pronto descubrirán en los bajos fondos de cualquier alcantarilla que existe, incluso, una Real Academia de la Lengua Roedora, en la que todos los sillones tienen la letra R y se degustan tablas de quesos en lugar de copitas de anís del mono.


La rata es animal feble, pero fabla la lengua de Cervantes, ese otro roedor de la Literatura, del cual se celebró en 2016 un innominado centenario.


Mientras tanto, yo continúo con mis investigaciones y con mi particular Lepanto contra el infiel roedor: me he buscado una pareja de gatos comunes (la raza ideal para tratar de tú a tú a un súbdito de las alcantarillas), un par de felinos resabiados que saben hasta latín y griego.

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