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Galeradas

La Opinión de Tenerife, 29 de septiembre de 2005


La actitud de la señora Noemí Galera, directora de casting de Gestmusic, en la última gala de Operación Triunfo viene a demostrar la falta de educación y sensibilidad de una persona que forma parte de un supuesto proyecto educativo de televisión (ja, ja, ja) para la formación de futuros cantantes.


Lo de la señora Galera no es más que una salida de tono propia de una persona intolerante y desquiciada porque no le salen las cosas como ella quiere, una señora a la que, de pequeña, su madre obligaba a ponerse la faldita escocesa y ahora ella pretende que todos bailemos al son de su propia gaita.


Esta señora que, al igual que el resto del jurado, se ha rendido a los pies del vil metal, ha visto cómo sus favoritos de cartón piedra van cayendo cada semana ante la mirada triste y resignada de Idaira, una gorgona canaria que los mata callando: Idaira terminará ganando el OT sin contestar con una nota más alta que otra a las imbecilidades de un jurado de supuestos entendidos, una leva inculta y malcriada reclutada entre fracasados y facinerosos del mundillo musical.


Da asco, por ejemplo, ver a un miembro del jurado babeando por las mollares carnes de la rubia Soraya mientras confiesa que está deseando que grabe el primer disco para no dejar de pincharlo en su radio-fórmula particular.


Me pareció bastante acertado el reportaje publicado en este mismo periódico, el pasado domingo, por el vecino Job Ledesma, en el cual desentraña los vericuetos y pocilgas de este chanchullo televisivo: qué diría Aristóteles si levantara la cabeza y contemplara en qué tamaña estupidez ha degenerado su invento educativo.


Pero a buen seguro que la señora Galera se lleva un buen pico de los 70 millones de pesetas que nuestra Idaira recauda cada semana para esta panda de muertos de hambre que juegan con las vidas de un puñado de regatones, obnubilados por una estúpida y efímera fama, a los cuales hipotecan su juventud con contratos de silencio que ni ellos han leído.


OT es un despropósito televisivo, un tongo en toda regla y un desfalco a las arcas de miles de hogares españoles. Existen pruebas suficientes para que venga un CSI y se los lleve a todos al talego sin necesidad de un tedioso interrogatorio.


Luego están los supuestos profesores de la Academia, que no se cortan un pelo confesando públicamente cuáles son sus alumnos favoritos, con cuáles congenian y se marcharían de viaje al Caribe, y ojalá se los trague el tifón Idaira.


Si yo confieso en una reunión de profesores que soy fan incondicional de fulanita de tal, me echan de la enseñanza por degenerado; pero a estos tíos de la Academia hay que aguantarles sus babas y requiebros de viejos verdes recauchutados sin que nadie sea capaz de denunciar toda esta sarta de fullerías.


Como en un juego de cajas chinas, los espectadores ejercemos de personajes de un reality show dentro de otro. A cuál peor.




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