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A la ducha

La Opinión de Tenerife, 15 de junio de 2005


En el C. D. Estrella teníamos un entrenador que a la mínima oportunidad nos mandaba a la ducha. A los vagos que no querían dar las veinte vueltas reglamentarias a la pista de ceniza de La Manzanilla, sino jugar partiditos, los ponía de patitas en la ducha y el domingo siguiente chupaban banquillo que daba gusto verlos.


En mi época del Estrella (antes de la unificación de los equipitos de fútbol de la zona centro de La Laguna en aquel proyectazo que se llamó A.D. Laguna), había que entrenar duro y ganarse el puesto. Entonces había un respeto a las jerarquías y a la autoridad que, aunque a muchos les duela, hace falta a ciertas edades.


Por eso es que, para solucionar algunos de los problemas que tiene la Educación Canaria, yo le propondría al Señor José Miguel Pérez, a nuestro flamante y relamido Consejero de la Cosa, el Proyecto Náyade, que consiste en una Red de Centros Educativos conectados por la ducha.


Hace algunos años, al Señor José Miguel Ruano, diputado del Parlamento de Canarias y antiguo consejero de la Cosa (se comprende que el nombre de pila es una razón de peso para ocupar el carguito de Educación), se le ocurrió aquel adefesio del Proyecto Medusa, que pretendía hacer de la Educación Canaria una intranet o empresa conectada por ordenadores.


Yo le ofrezco ahora al Señor Pérez el Proyecto Náyade, pues náyades eran aquellas ninfas que vivían junto a las fuentes naturales, a donde la basca clásica acudía, entre otras cosas, a ducharse.


No debe quedar un solo colegio ni instituto de Canarias con su jolgorio de duchas conectadas en red. De esta forma se solucionarían muchos problemas de disciplina entre nuestros escolásticos, pues el que no atienda en clase, el que no haga la tarea, el que le falte al respeto al respetable se va directamente a la ducha y, con la misma, para casa.


Nos hemos gastado los canarios una meurada en ordenadores para que el Señor Ruano montara su empresa educativa, cuando la solución de la Cosa estaba en unos codos de media y unos sifones. Nos ahorraríamos un dineral, ya digo.


De aquí en adelante el que no cumpla en el entrenamiento diario sobre el césped del encerado se va a la ducha directamente y el domingo se queda en el banquillo de su cuarto, arrestado sin la Plei. Se van a acabar las boberías.


El que quiera estar en el equipo de clase va a tener que ganarse el puesto y sudar tinta china, que ahora es más barata. Porque la educación era ese Paraíso que todos anhelábamos pero, una vez que entramos en él, lo primero que hicimos fue prenderle fuego. Muchos de nuestros abuelos y padres hubieran cambiado la azada y la carretilla de mezcla por una oportunidad en el equipo de clase.


Ahora, para los escolásticos, la escuela no es más que un aperitivo entre el desayuno y el almuerzo. Vienen a clase a tomarse el piscolabis.


Yo creo que el Señor Pérez es un tío serio, de permanentes y peluquerías, y que la idea esta de las duchas le va a encantar. En los colegios hacen falta más duchas. Es la única manera de encarrilar ese partido que cada día arbitramos los docentes canarios.


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