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Plataformas de lanzamiento


Blog oficial de Cristo Hernández

Propongo para la próxima gala Drag Queen que se celebre por esos pagos festivaleros del mundo que se escenifique la muerte de Martin Luther King, Federico García Lorca o Víctor Jara, todos ellos fervientes luchadores que sacrificaron sus vidas por los derechos humanos y que, pienso, deben tener un huequito también en este espectáculo tan singular de transgresión y plataformas que ha hecho famoso al Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria.


Los que hemos leído algo sabemos que ese señor con barbas que cuelga semidesnudo en las iglesias, al margen de consideraciones religiosas fundamentalistas, fue un personaje que luchó por los derechos civiles de muchas personas de su época y entregó su vida por una causa por la que también han muerto conocidos y desconocidos personajes de la Historia de la Humanidad, como los citados anteriormente. Además, que yo recuerde, la cruz es un instrumento de tortura, lo utilizaron los romanos en su época de esplendor imperial como medio de castigo y sentencia de muerte.


¿Podríamos afirmar, después de visto lo visto en el parque de Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria, que ha habido apología de la tortura o del asesinato en el número transgresor del drag Sethlas y no sólo blasfemia religiosa y crítica anticlerical como se defiende desde los foros cristiano-apostólico-romanos? ¿O tal vez solo sea una afirmación paranoica de alguien que trata de razonar para buscar una respuesta a tan magra polémica?


Estos asuntos de 'dracuines' vienen a poner de manifiesto (una vez más) el estado de banalismo egocéntrico que preside nuestra sociedad actual, una sociedad global pero carente de empatia por los miembros que la forman. Las redes sociales, Internet y otras pamplinas mediáticas se han convertido en salvoconducto para que todo el mundo pueda opinar, criticar, insultar y proferir chorradas con total impunidad, independientemente del daño que puedan causar en las convicciones políticas, culturales o religiosas de los demás. Banalizamos todo y todo es susceptible de chiste. No analizamos, reflexionamos y opinamos con conocimiento de causa y responsabilidad. Todo vale en beneficio del espectáculo.


No cabe duda de que el artificio carnavalero del drag Sethlas ha levantado ampollas entre mucha gente que se ha visto ofendida por la banalizacion que se ha hecho de unos iconos que representan mucho para las creencias religiosas de esas personas a las que, pienso, se les ha faltado al respeto. ¿La chanza se justifica porque la apadrina don Carnal? ¿Si esa virgen hubiera sido la del Pino (que de hecho lo era, porque todas las vírgenes son advocaciones de la misma figura religiosa) hubiera sentado igual entre la feligresía que acudía al espectaculo epatante del parque Santa Catalina? Que cada cual piense y opine lo que le dé la gana. Porque, al final, sólo se trata de eso.


Vi la gala del pasado lunes por la televisión y me confieso un ferviente seguidor de este tipo de experiencias culturales. Pero, dejando a un lado la polémica, el drag Sethlas, que todas las quinielas daban como favorito, no estaba entre mis preferidos. Para empezar, no me pareció nada original la puesta en escena: una virgen que canta con la voz de Madonna no es nada original, porque eso ya lo hizo Madonna en su momento en uno de sus controvertidos videos musicales de su etapa de 'femme fatale' y recibió sus críticas por las mismas razones que ahora arguyen quienes se han sentido ofendidos por el drag Sethlas. La coreografía del número musical no era mucho mejor que la del resto de participantes. Hubo caracterizaciones (ropa, maquillaje, complementos, etc.) más currados que el de Sethlas. Una virgen

que se transforma en un tipo semidesnudo tampoco da muchas opciones al glamour. Eso sí, me gustó el efecto visual de la Cruz izándose hasta alcanzar su verticalidad obscena y terrorífica. Pero poco más. Para gusto, colores.


Por otro lado, considero que este tipo de espectáculos están rompiendo con la esencia cultural, al menos original, del verdadero espíritu 'dracuín' por mor de otras afiliaciones que no vienen al caso. Los que estén interesados en el tema, lean, infórmense y luego opinen. Y a los que piensan que en un espectáculo drag debe primar la transgresión y la provocación sin límites, yo les sugiero que para el próximo número parodien a un obispo que, después de despojarse de casullas, dalmáticas y cíngulos, descubriera a un menor confensándose entre sus piernas. Pero, claro, ya no estaríamos hablando del espectáculo de un Drag Queen. Eso les corresponde a otras agrupaciones del carnaval.



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