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El dedo en la palabra


Blog oficial de Cristo Hernández

La palabra es la llaga de la etimología.


La palabra es esa herida que queda de batallas lingüísticas (y de otro tipo) que han desarmado al étimo hasta dejarlo, en muchos casos, desnudo e impresentable, sin la armadura original y brillante con la que un día se lanzó a la arena de la comunicación humana.


El étimo (del griego étymon, ‘significado verdadero’) es el cordón umbilical que nos conduce, como el hilo de Ariadna, a los orígenes de nuestra lengua, que en este caso están, básicamente, en uno de esos difusos compartimentos que conforman el inextricable laberinto de las lenguas indoeuropeas.


Concretamente, el compartimento situado al fondo a la derecha. El latín.


El español o castellano (que tanto da) es una lengua romance que se va desmembrando del latín al mismo tiempo que lo va haciendo el Imperio Romano, que tuvo en Hispania a una de sus provincias más fervorosas.


"La piel de animal” (que diría el geógrafo griego Estrabón en su descripción de la Península Ibérica) aportó a la causa del SPQR (Senatus PopulusQue Romanus, el Senado y el Pueblo Romano) grandes emperadores (Adriano, Trajano, Teodosio) e intelectuales (Séneca, Marcial, Quintiliano), las dos bases fundamentales sobre las que se sustentó durante siglos el armazón de uno de los mayores imperios que han hollado la faz de la Tierra.


Las lenguas son seres vivos que nacen, se reproducen y, algunas desgraciadamente, mueren; sobre todo aquellas que no se preservaron en el envase de la escritura. El latín no es una lengua muerta, se sigue hablando en su variante vulgar (del lat. vulgus, ‘pueblo’) o popular, que ha servido como organismo anfitrión de numerosos huéspedes que lo han visitado a lo largo de su historia.


La historia del latín vulgar de los hispanohablantes (a partir de ahora, “hispanolatín”) cumple con las leyes de la hospitalidad más elementales. Es una historia particular y única que ha sufrido un proceso de mestizaje, producto de la influencia de numerosas culturas que han entrado en contacto directo con los hablantes del hispanolatín.


Griegos, árabes, germanos, portugueses, franceses, ingleses... han dejado la huella de sus respectivas hormas lingüísticas en el hispanolatín, que las ha recibido y asimilado como una gran meretriz abierta y generosa que no deja de parir a diario renovados vástagos de lo que llamamos español o castellano (que tanto da).

Así que recuerden: hablamos español o hispanolatín, del mismo modo que existen hablantes del francolatín (francés), italolatín (italiano) o catalolatín (catalán). Et cetera, et cetera... Etc, etc... 'Y otras cosas', 'y otras cosas'...


En próximos “Te cojo…” seguiremos poniendo el dedo en la palabra para seguir denunciando el origen de vocablos y palabras del hispanolatín a través de su etimología. Mens sana in corpore etimologico.





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